Naces.
La infancia se desliza viscosa
por laberintos de bruma salada
de lava roja.
Pestañeas
tienes treinta
tus hijos se cuelgan
de tu cuello te arañan
la espalda.
Pestañeas
tienes cincuenta,
setenta, ochenta,
tus nietos murmuran
a tu alrededor
donde había gritos.
Pestañea otra vez.
Ahora la eternidad
te lame las pestañas.